La vida revela, incluso a los más afortunados, la experiencia del sufrimiento.
Hay quienes están más protegidos contra el riesgo de padecer sufrimientos, y las condiciones socioeconómicas son un reaseguro contra gran cantidad de riesgos.
Sin embargo, nadie está a salvo del dolor.
Quien teme los dolores, teme lo que necesariamente habrá de alcanzarlo, tarde o temprano.
Cuando alguien sufre y exclama: "¿Por qué tuvo que pasar esto?", nos muestra su consternación y el sinsentido del mal.
Cuando alguien sufre y exclama: "¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí?" nos muestra el lugar accidental y no necesario, que le asignamos al dolor en nuestra vida.
Nadie exclama "¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí?" cuando gana la lotería. Sentimos que el placer nos corresponde naturalmente.
Hay quienes están más protegidos contra el riesgo de padecer sufrimientos, y las condiciones socioeconómicas son un reaseguro contra gran cantidad de riesgos.
Sin embargo, nadie está a salvo del dolor.
Quien teme los dolores, teme lo que necesariamente habrá de alcanzarlo, tarde o temprano.
Cuando alguien sufre y exclama: "¿Por qué tuvo que pasar esto?", nos muestra su consternación y el sinsentido del mal.
Cuando alguien sufre y exclama: "¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí?" nos muestra el lugar accidental y no necesario, que le asignamos al dolor en nuestra vida.
Nadie exclama "¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí?" cuando gana la lotería. Sentimos que el placer nos corresponde naturalmente.
El sufrimiento, en cambio, limita nuestras expectativas futuras o las suprime dolorosamente.
Se vincula con la pretensión de poseer por completo algo que está sujeto al cambio, que es la forma más general de ser de todos los objetos y fenómenos.
Reduce nuestra capacidad de obrar y, en situaciones extremas, se impone con tal fuerza que nos oprime el corazón y nos produce una feroz cerrazón en la garganta.
Se vincula con la pretensión de poseer por completo algo que está sujeto al cambio, que es la forma más general de ser de todos los objetos y fenómenos.
Reduce nuestra capacidad de obrar y, en situaciones extremas, se impone con tal fuerza que nos oprime el corazón y nos produce una feroz cerrazón en la garganta.
"Nadie me parece más desgraciado que el que nunca experimentó una desgracia. Piensa que entre los males que parecen tan terribles, no hay ninguno que no podamos vencer; ninguno sobre el cual no hayan triunfado los grandes hombres.
¡Sepamos triunfar también nosotros sobre algo!"
Sufro menos si lo escucho...
Tienes toda la razón, el ser humano huye del dolor en todas las circunstancias pero es necesariamente natural como proceso para madurar el pasar por él... Lo que no nos mata nos hace fuertes y nos aferra a la vida con mucha más fuerza. Un abrazo!
ResponderEliminarGenial la cancioncita de Craig David... menudos recuerdos!!
ResponderEliminar